Si bien hay consenso en que nuestro cerebro cambia con el paso del tiempo, los resultados de los estudios son contradictorios respecto a cuándo exactamente se dan los cambios a nivel anatómico. En general, las personas notan cambios cognitivos entre los 50 y los 60 años. Sin embargo, es importante aclarar que no todas nuestras funciones cognitivas sufren de la misma forma el paso del tiempo. La atención, la memoria procedural y la memoria retrógrada, en un envejecimiento normal, no suelen verse afectadas. Sí se incrementan los tiempos que demoramos en realizar determinadas tareas (velocidad de procesamiento) y la memoria anterógrada también puede verse afectada. Debido a lo antedicho, a partir de los 50 años, es importante controlar periódicamente las habilidades mentales (tales como la memoria, la atención, la planificación, entre otras) realizando una evaluación sistemática de las mismas.

Estimulación cognitiva

En la clínica, una de las quejas principales son las dificultades de memoria. Los problemas de memoria y las dificultades cognitivas en general comienzan a ser serios y se alejan del envejecimiento normal cuando afectan la vida cotidiana de quien los sufre y esto varía de persona a persona y no suele darse a una edad específica determinada.

Las actividades que se incluyen dentro de una rutina continúan siendo importantes para nuestro cerebro. Sin embargo, lo fundamental y definitorio para optimizar los resultados es buscar también actividades novedosas y desafiantes para cada persona. A veces uno se siente cómodo con ciertas rutinas y le quita al cerebro el desafío que implica hacer frente a los nuevos aprendizajes. Es importante mantener la mente activa, lo cual se logra conservando una amplia gama de intereses, pasatiempos y hobbies y buscar actividades que resulten estimulantes para nuestro cerebro. De esta manera, mantener un alto grado de desafío cognitivo, aceptar los cambios que se nos presentan y estar abiertos a nuevos aprendizajes nos ayudará a ampliar el rango de nuestras experiencias, logrando una mayor estimulación del cerebro y reduciendo consecuentemente el grado de las dificultades y el nivel de deterioro cognitivo.

Variadas investigaciones han demostrado que la ejercitación y estimulación cognitiva puede retrasar la aparición de los trastornos cognitivos y de las funciones intelectuales. Un estudio de Karlene Ball, de la Universidad de Alabama en Birmingham, sugiere que con solo diez sesiones de entrenamiento cognitivo pueden observarse mejorías equivalentes al deterioro típico presentado de un período de siete a catorce años. El estudio de Ball incluyó 2832 personas entre 65 y 94 años. De estos, 711 recibieron entrenamiento en memoria episódica, 705 en resolución de problemas, 712 en velocidad de procesamiento y 704 no recibieron entrenamiento alguno. Cada uno de los grupos recibía una ejercitación consistente en diez sesiones de aproximadamente una hora, realizada en un período de cinco a seis semanas. Once meses después del entrenamiento inicial, al 60% de los participantes de cada grupo se les ofreció, al azar, tres sesiones más. Las evaluaciones se realizaron inmediatamente luego de terminar los entrenamientos, al año y a los dos años de realización.

Los ejercicios son útiles tanto para personas jóvenes y sanas como para personas adultas que quieran trabajar en prevención del deterioro cognitivo. Lo importante es destacar que muchas veces las personas jóvenes están mentalmente más activas (por sus estudios, trabajos, capacitaciones, etc.) y las personas mayores a veces tienden a exigirle menos a su cerebro cuando sus actividades intelectuales disminuyen y, sobre todo, cuando dejan de trabajar. Los ejercicios deben tener en cuenta el nivel de complejidad e implicar un desafío para la persona que los realiza. De esta manera, deben ser diseñados y pensados por profesionales especializados que tengan en cuenta los diferentes perfiles individuales. Inclusive aquellas personas que tienen una vida mentalmente estimulante podrían beneficiarse del ejercicio de dichas áreas cerebrales que generalmente no utilizan en su vida diaria.

Usar el cerebro, Facundo Manes y Mateo Niro

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